Ellos montan actos y los caballos
aplauden.
Hace ya algunos meses,
precisamente en marzo de 2017, el rector Félix Nieto Quintas de la UNSL y el
Intendente Enrique Ponce de la ciudad de San Luis, firmaron un convenio de
comodato, por cinco años, para que la Municipalidad instale un nuevo CGM
(Centro de Gestión Municipal) en el predio del Polideportivo que la UNSL posee
en el barrio Rawson.
En un brotado acto, lleno de
banderas nunca antes vistas por el lugar y con gente con ropas elegante pisando
guadal, usando los recursos públicos para su propia campaña en año electoral,
Ponce dijo que este convenio permitiría “descentralizar” el municipio para que
los y las vecinas de la ciudad puedan hacer los trámites en su barrio sin
necesidad de ir al centro, subrayando que las obras estarían finalizadas en dos
meses, a saber, mayo… junio, prestando los y las vecinas, nosotras y nosotros
algo de paciencia.
“Vamos a potenciar la cancha de futbol con riego por aspersión, vamos a
mejorar el esquema de la pista de atletismo, vamos a recuperar o mejorar dos
cancha de futbol cinco, de futbol 11, de vóley y de básquet. También vamos a
poner iluminación y mayor seguridad en el predio con el cerramiento. Además,
hay una estructura edilicia que tenemos diferenciada donde pondremos a
funcionar un Centro de Gestión Municipal para facilitarle la llegada al
municipio a los vecinos de este barrio”, cuyo fin subyacente suena a que se
busca no solo descentralizar el municipio, sino fraccionar cualquier tipo de
manifestación ante el abandono. A todo esto, las cigarras, hartas ya de cantar,
se encuentran ya bajo la tierra de agosto.
En tanto, el Rector de la UNSL
agradeció al Intendente la predisposición para trabajar en conjunto para lograr
un beneficio para la comunidad: “Queremos
que la comunidad se apropie del lugar, lo use, y creo que la intendencia es una
entidad muy capacitada y con mucho desarrollo para que esto se logre”.
Palabras más, palabras menos, la comunidad ya casi no espera que la Universidad
cumpla con sus palabras, todavía desde aquel 11 de septiembre de 2013 cuando
José Ricardo, (actual candidato a diputado nacional por la alianza Avanzar-Cambiemos)
siendo rector de la casa de estudios, colocaba la piedra fundacional del Centro
Socio-Sanitario de la UNSL que jamás funcionó. Esa edificación hoy se encuentra
ocupada mediante un acuerdo con la Universidad por las y los vecinos de los
Barrios Unidos del Oeste, que viendo el abandono paulatino de la institución y
el deterioro del territorio, decidieron ocuparlo para darle otro sentido al
lugar.
Esa “estructura edilicia” que según Ponce “tienen diferenciada”, no es más que la casa donde vivía la familia
del cuidador de lo que en algún tiempo fue el polideportivo de la UNSL. Una
vivienda prefabricada, ampliada por su clásico propietario, que hoy ha sido
desmantelada por las necesidades de la comunidad. Una casa en abandono es señal
de una ventana, una puerta, alguna chapa que pueda servirle a quienes habitan
viviendas de madera y nylon a pocas cuadras del lugar. También como refugio para
hacerle frente al frío de las noches en el barrio.
Promesas, solo promesas. Ni CGM,
ni canchas de fútbol, ni de básquet, ni de nada. La iluminación anunciada
brilla por su ausencia. Los vecinos aún recorren hasta el centro largos
trayectos a pie, en el transporte público cuyo boleto ronda los nueve pesos o,
en el mejor de los casos, en vehículo propio.
Tanto la Municipalidad como la
Universidad fueron protagonistas de un pomposo acto montado al aire libre,
literalmente libre: en esas dos manzanas no hay nada más que las resistencias
del Grupo Minga que ocupa una pequeña construcción en la esquina de 25 de Mayo
y Balbín (lo que hace mucho tiempo fue un merendero, con una vivienda aún más
grande) y de los y las vecinas del BUO (Barrios Unidos del Oeste) y participación
de diferentes organizaciones que ocupan el salón con diferentes talleres a los
que asiste la comunidad, construyendo en conjunto con las y los vecinos la
actividad, la organización y la autonomía del lugar.
Tanto la Municipalidad como la
Universidad fueron protagonistas del abandono, montado una vez más. O el mismo
y perpetuo abandono de siempre, que nunca se desmonta. Intentan, aún, lavarles
la cara a las instituciones, pero el sello excluyente permanece vigente. La
Universidad se ha erigido como un mal
vecino en el Rawson y los intentos de la Municipalidad para encubrirla las vuelven,
más aún a sus gestiones, responsables directos.
Y así será.